Cuando uno se lanza a comenzar un proyecto, por pequeño que sea, tiene que romper una barrera inicial, la de la comodidad. Al principio todo es caótico, pero es necesario levantar esa polvareda para hallar nuestra piedra filosofal, resultado de nuestro trabajo y nuestra vocación y que es la joya personal que regalamos al mundo.
Cada decisión te ciñe a unos caminos; cada camino, te cierra otros tantos.
El silencio es importante para encontrar el propio camino, ese "hilo conductor" que guía las pequeñas y grandes decisiones. Pero para eso hay que acallar las voces que la sociedad, la razón e, incluso, los seres queridos, nos marcan para dar el toque genuino que nadie más que tú aportará.
Quien es honesto consigo mismo camina siempre hacia adelante, hacia su meta.
La vida nos coloca a veces en
lugares inesperados, pero no de forma aleatoria, pues hasta las mayores
equivocaciones han llevado a grandes hallazgos. Tal vez no se vea en el momento
su sentido, pero hay que tener fe en que, si se acepta el reto, saldrán muchas
cosas buenas.
Hay veces en la vida en que el camino se nubla y la niebla se hace tan densa que parece un muro con el que tropiezas sin cesar. Pero hay que confiar -¿En qué? En tu camino, en tu intuición- y seguir siempre hacia adelante.
Vive, mira al presente y, con
el tiempo, aprenderás a distinguir el grano de la paja... verás cómo la paja es arrebatada
por el viento y te sonreirás al percatarte de la presencia de esos
granos -pilares- esenciales en tu vida, que te han acompañado siempre, incluso
sin haberte conocido, que velaban por ti cuando tu alma miraba hacia otro lado
y que permanecerán ahí siempre... Y tu alma se sonríe por ese descubrimiento que
el tiempo y el viento te han brindado.
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