Mi deseo de conocer más acerca de Mahler me ha llevado al hallazgo de un testimonio de primera mano inigualable: el de su esposa, Alma Mahler. El libro se titula "Gustav Mahler: recuerdos y cartas" (1). Me dio una gran alegría conocer su existencia, pues ya me había encantado la biografía del grandísimo Bach escrita por su mujer (de la que hablaré más adelante) y no creía que esa suerte pudiera repetirse. La relación entre Alma y Gustav Mahler ha estado teñida de muchos comentarios no muy acertados, tanto en vida como ahora. Creo que no se ha comprendido suficientemente bien lo que supuso su unión, en la que no todo era de color de rosa pero tampoco negro como el carbón. La gente es muy dada a opinar sin saber o a basarse en fuentes de terceros, con las verdades ya marchitas por el excesivo reciclaje. Por eso aquí hablaré de ello en base a las palabras sinceras de Alma -que escribió con la perspectiva de los años y el apoyo de su diario-, que nos ha humanizado la visión de ese gran Orfeo de Mahler.

- Perfectamente. ¿Por qué?
- Yo no pegué ojo en toda la noche."

Mahler tenía que viajar constantemente con la Filarmónica y en esos viajes, que se le hacían penosos por la lejanía de Alma, le escribía constantemente. En una de esas ocasiones, ella tenía que terminar una composición muy importante para ella y le escribió diciendo que no podría escribirle más ese día. Él se enfadó muchísimo y le prohibió por carta que compusiera, aunque en seguida rebajó sus exigencias en la siguiente carta. Ella lloró amargamente pero finalmente aceptó. "Enterré mis sueños, y quizá fue mejor así. Ha sido mi privilegio dar a mis dotes creadoras otra vida en espíritus mayores que el mío. Pero sentí mi alma transida y la herida nunca se curó." En muchas ocasiones hace referencia al sacrificio que ella hacía de su vida para Mahler, del que él no se daba cuenta, aunque ella estaba orgullosa de poder servir para su obra y permitirle componer. Vivían en habitaciones separadas, ella se encargaba de que no hubiera ningún ruido mientras él componía y le pasaba las partituras orquestales a piano. Desde luego es impagable ese sacrificio callado, esa abnegación total de su persona por el arte de su marido, a quien amaba.
El 9 de marzo de 1902 se casaron con Alma embarazada. Desde entonces ella notó un giro en la actitud de él, que le trataba como un profesor estricto. Intentaba imponerle su visión negativa de todas las cosas que él consideraba supérfluas: vestidos, vanidad, viajes... Entendió más tarde que Mahler tenía celos de su juventud y belleza y quería asegurársela para él. Por su parte, Alma estaba celosa de su pasado. Parece ser que Alma más que nada comenzó admirándole como compositor. Más tarde le amó, si cabe decirlo, también por su persona. Pero una vez le dijo a Mahler que lo que amaba de un hombre eran sus realizaciones... Alma sentía al principio una gran inseguridad e inferioridad que podría haber curado con su música y lo llevaba como una carga. Mahler la amaba, pero con su trabajo le había descuidado, pues trabajaba infatigablemente entre sus composiciones y el trabajo en la Ópera de Viena.

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Úlmtima hoja de la 10ª sinfonía. Dice: "Für dich leben! für dich sterben”! que significa: por ti vivo, por ti muero. Al final pone: “Almschi”, el apelativo con que llamaba a Alma. |

Notas
(1) MAHLER, Alma, Gustav Mahler: recuerdos y cartas. Taurus, Madrid, 1986.
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