Hace unas semanas, intercalaba la lectura de las obras de dos judíos fascinantes: Los perros y los lobos, de la escritora Irène Némirovski y El hombre en busca de sentido, del psiquiatra Viktor E. Frankl. ¿Mera coincidencia? Tal vez. Pero lo que sé es que han sido un complemento muy interesante. Cada libro arrojaba luz sobre el otro, penetrando más profundamente en el alma de ambos escritores: uno, por la vía de la literatura, impregnada de las vivencias de la propia escritora; otro, por la vía de las lecciones humanas, que tras la dura experiencia de un campo de concentración, realiza el psiquiatra. Mientras en Los perros y los lobos me cautivó su bellísima pluma junto con la cruda y humana historia, en el otro, encontré respuestas a muchas preguntas antropológicas, como el modo de afrontar el sufrimiento.
"El hombre, para colmar sus ansias de plenitud espiritual, necesita no sólo del arte, que nutre su mente de belleza formal- a veces, pura forma sin contenido-, sino también de contenido espiritual- acorde a su naturaleza- que dé sentido a su existencia." Esta frase, que escribí hace unas semanas, da razón de este post: la necesidad de llenar la vida de sentido. Y no sería sincera conmigo misma si sólo me dedicara a hablar de arte y literatura y no de estas cuestiones centrales. Si negáramos esta parte del hombre, caeríamos en la superficialidad y en el vacío existencial.
Así es que me propuse aprender de la valiosa experiencia de Viktor Frankl, un hombre que estuvo -¡3 años!- en los campos de exterminio nazi, a los que sobrevivió gracias a su forma de afrontar la vida. Un hombre que habiendo experimentado el haber sido despojado absolutamente de todo lo que le importaba- su mujer, sus padres, su obra- y haber sido reducido a un cuerpo sin identidad, no sólo sobrevivió sino que no perdió la fe en el hombre y ha ayudado a infinidad de personas en su consulta, con sus libros y con su ejemplo. Eso sí que es un héroe.
Víktor Frankl explicando la logoterapia. |
En el campo de concentración fue donde perfiló su teoría de la logoterapia -o también llamada la 3ª escuela vienesa de psicoterapia- cuyo fin gira entorno al sentido de la vida. "De acuerdo con la logoterapia, la 1ª fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrar un sentido a la propia vida. Por eso hablo yo de VOLUNTAD DE SENTIDO, en contraste con el principio de placer (o VOLUNTAD DE PLACER) en que se centra el psicoanálisis freudiano, y en contraste con la VOLUNTAD DE PODER que enfatiza la psicología de Adler." (1)
He sacado 3 ideas de su teoría que aquí resumo:
1. La "intención paradójica" es una técnica usada en la logoterapia basada en esta curiosa dualidad del hombre: por un lado, el miedo atrae lo que se teme (llamado "ansiedad anticipatoria", término muy gráfico) y por otro, -su opuesto- la "hiperintención"- o desear mucho algo-, estorba lo que se desea. La técnica consiste en aplicar los contrarios: ridiculizar las neurosis con la "derreflexión" -es decir, dejando de pensar en ellos- frente a la hiperreflexión.
2. Otra genialidad acuñada es la "noodinámica": creencia en que el hombre necesita para su "salud mental" cierta tensión espiritual. En ella hay 2 polos opuestos: uno, representado por lo que el hombre es (en acto) y el otro, lo que quiere o debe llegar a ser (y es en potencia).
3. Por último, la libertad de elección del hombre. Traigo una explicación profundamente conmovedora del autor:
"El ser humano no es una cosa más entre las cosas; las cosas se determinan unas a otras; pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser -dentro de los límites de sus facultades y su entorno- lo tiene que hacer por sí mismo. En los campos de concentración, por ejemplo, en aquel laboratorio vivo, en aquel banco de pruebas, observábamos y éramos testigos de que algunos de nuestros camaradas actuaban como cerdos mientras que otros se comportaban como santos. El hombre tiene dentro de sí ambas potencias; de sus decisiones y no de sus condiciones depende cuál de ellas se manifieste.
Nuestra generación es realista, pues hemos llegado a saber lo que realmente es el hombre. Después de todo, el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shema Yisrael en sus labios." (2)
En cuanto a Los lobos y los perros, desde las primeras páginas percibí su altísima calidad literaria. Investigando un poco más sobre la vida de su autora, se reconocen muchos aspectos autobiográficos concentrados en la pequeña Ada Sinner, la protagonista. Es una niña muy inteligente y observadora que sufre la soledad en su familia, pues su padre está siempre de negocios y no tiene madre; en la vida real así fue y aunque tenía madre, la trataba como si no fuera su hija y ella la odió siempre. Ada se refugiaba en la pintura; Irène, en la escritura. Es una historia dramática y muy tierna y humana a la vez. Conmueve porque trasluce parte de sus experiencias y la realidad que debían de vivir los judíos, fueran ricos o pobres.
La vida de Irène era la de una burguesa acomodada, estabilizada desde que se trasladó a París con su familia en 1919. Allí se casó y tuvo dos hijas. En los últimos años de su vida escribió Suite francesa, su obra más célebre. Solamente la historia de su escritura y publicación da para mucho. Irène sabía que su vida iba a acabar de manera trágica por las medidas que se estaban tomando contra los judíos y se dedicó a escribir mucho cada día, en letra minúscula por la escasez de papel. Dejó un baúl a sus hijas con sus obras no publicadas, entre ellas ésta, que no llegó a terminar. Ellas se salvaron de milagro gracias a la audacia de su tutora y muchas peripecias. Años más tarde esos escritos salieron a la luz. Irènee Nemirovski fue una escritora muy valiente y audaz que se sirvió de su pluma para denunciar lo que no le parecía correcto, con crudeza y con arte, dejándonos un legado literario y humano valiosísimo.
Como broche final, la coincidencia entre estas dos grandes personas no acaba en los libros que fueron protagonistas de mis lecturas por unos días, ni en que fueran ambos judíos. Hay algunas más, como que son prácticamente coetáneos: Irène nace en febrero de 1903 en Kiev; Víktor, en marzo de 1905 en Viena. Ambos pasan por Auschwitz: Iréne, el 17 de julio de 1942, donde desgraciadamente, muere un mes más tarde de tifus; V. Frankl fue recluido en otoño del mismo año, en Theresienstadt y estuvo en Auschwitz dos años más tarde que ella, 1944 (2). En junio de 1941 escribía desilusionada: <<¿Qué me está haciendo este país, Dios mío? Sí, a todos vosotros que me despreciáis, franceses ricos, franceses felices: lo que yo quería era vuestra cultura, vuestra moral, vuestras virtudes, cuanto es más noble que yo, diferente de mí, diferente del lodo en que nací.>> Sobrecoge sólo pensarlo.
Notas
(1) FRANKL, Víktor E., El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona, 2003, pág. 139.
(2) Íbidem, pág. 184.
(3) Posteriormente, estuvo en otros 2 campos de concentración hasta su liberación el 17 de abril de 1945.
Fuentes
- Prólogo de NEMIROVSKI, Iréne, Suite francesa, Ediciones Salamandra, 2005. (Tengo un documento con este prólogo y el de todas las novelas de la escritora, interesantísimos. Me lo piden y se los mando).
- VARGAS LLOSA, Mario, Bajo el oprobio. El País, Madrid, 22 de agosto de 2011, opinión pág. 21.
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