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martes, 28 de abril de 2020

Emily Dickinson: La poeta de la sonrisa.

Al igual que notamos cuando alguien sonríe al otro lado del teléfono, se puede sentir una sonrisa a través de la palabra escrita. Raras veces ocurre, acostumbrados a una cierta impasibilidad neutra con la que muchos escritores observan el mundo. Pero están los escritores y después, los poetas; la prosa y luego, la poesía. Y entre los poetas -sí, vuelvo a hacerlo, ya me perdonarán- hay una que me ha robado completamente el corazón -compartido inevitablemente con Alejandra- y esa es Emily Dickinson (Amherst, Massachusetts, 10 de diciembre de 1830-15 de mayo de 1886).

Woman in the stairs, Carl Vilhelm Holsoe, (Aarhus, Dinamarca, 1863- Asserbo, 1935) circa 1900. Muchos de los cuadros de este pintor, que retrató a la mujer en el hogar, representan muy bien lo que habría sido los momentos de intimidad de la queridísima Emily, envueltas en silencio, pausa y recogimiento.
Si a Dickinson tuviera que ponerle música sería clarísimamente de Johan Sebastian Bach -¿lo habrá escuchado?- y en concreto, sus suites para cello. La profundidad y delicadeza de cada una de sus piezas, especialmente las lentas -Allemandes y Sarabandes- son como sus pasos elegantes por los pasillos, su detenerse en el silencio sobre la realidad más profunda con una ternura infinita.

Estos días vuelvo a ella una y otra vez asombrada por su lucidez, por la manera asombrosa que tiene de transmitir observaciones reveladoras como entre susurros. Pero lo más encantador de ella es la sonrisa que emana de cada uno de sus versos; la enigmática sonrisa de quien revela un secreto cuyo descubrimiento a ella misma ha entusiasmado y, entre divertida y asombrada al mismo tiempo por tal hallazgo, corriera a escribirlo.


1129
Decid toda la Verdad pero decidla al sesgo-
El Éxito en el Rodeo reside
Demasiado brillante para nuestro débil Deleite
La soberbia sorpresa de la Verdad
Como los Relámpagos a los Niños se calma
Con amable explicación
La Verdad ha de deslumbrar gradualmente
O todo hombre quedará ciego (1)

Tell all the Truth but tell it slant-
Success in Circuit lies
Too bright for our infirm Delight
The Truth's superb surprise
As Lightning to the Children eased
With explanation kind
The Truth must duzzle gradually
Or every man be blind- 


Su forma de desvelarla, sin embargo, es muy personal. Cuando empecé a escribir poesía me vino a la cabeza la imagen de un caramelo. Para mí un poema es como abrir un caramelo: hace un ligero ruido cosquilloso mientras lo vas desenvolviendo y al final aparece el caramelo. Pues algo así ocurre en cada poesía de Emily: al final, en las últimas líneas, la revelación, el asombro -suyo ¡y el nuestro!- por tan grande o por tan pequeña realidad encontrada. Su presentación no es de forma directa -como un caramelo al desnudo-, sino velada, -envuelta en papel transparente-. Por eso, para descubrir el significado no basta con leer, pues no es la literalidad de la palabra (como decía en un post anterior) lo que la dota de sentido, sino que hay que desenterrarlo de sus imágenes y de la aparente suavidad. Y algo característico suyo es precisamente esa suavidad engañosa con la que revela un aspecto sombrío de la existencia, haciendo de sus poemas algo siniestro.

599
Hay un dolor-tan supremo-
Que envuelve toda sustancia por completo-
Después cubre el Abismo de Trance-
Así la Memoria pueda dar un paso
Alrededor-a través-sobre sí-
Como quien en un Desmayo-
Va seguro-donde un ojo abierto-
Le depositaría a Él-Hueso a Hueso.

There is a pain-so utter-
It swallows substance up-
Then covers the Abyss with Trance-
So Memory can step
Around-across-upon it-
As one within a Swoon-
Goes safely-where an open eye-
Would drop Him-Bone by Bone.

Lady in an interior, Carl Vilhelm Holsoe, 1909.
Esta maravillosa mujer de mirada aguzada por la observación, cuyo amor a la vida se trasluce en los más pequeños detalles y en su diálogo constante con la naturaleza -una conversación de ida y vuelta- conoció también las profundidades del dolor, afrontado en muchos de sus poemas con una belleza exquisita. Desde los tonos más claros a los más oscuros grises expresados con la delicadeza con que se sostiene una perla y la hondura de un aguijón.

252

Puedo vadear la Pena-
Charcos enteros de ella-
Estoy acostumbrada-
Pero el menor impulso de Alegría
Paraliza mis pies-

Y caigo-borracha-
Que los guijarros-no sonrían-
Fue el Nuevo Licor-
¡Nada más! 

El Poder no es sino Dolor
Trenzado, con Disciplina,
Hasta que los Pesos-cuelguen-
Den Bálsamo-a los Gigantes-
Y languidezcan, como Hombres-
Denle el Himalaya-
Y lo Llevarán-¡a Él! (2)

I can wade Grief-
Whole Pools of it-
I'm used to that-
But the least push of Joy
Breaks my feet-
And I tip-drunken-
Let no Pebble-smile-
'Twas the New Liquor-
That was all!

Power is only Pain
Stranded. thro' Discipline,
Till Weights-will hang-
Give Balm -to Giants-
And they'll wilt, like Men-
Give Himmalech-
They'll Carry-Him!

El desamor, la frustración consiguiente por la imposibilidad del amor, la pérdida de sus amigos -por matrimonio, o muerte, para ella eran casi lo mismo-, su decisión de no publicar, su vida, en definitiva, en la sombra -¿elegida o forzada?- le llevaron a sus 31 años a tomar la drástica decisión de recluirse en su casa y vestirse perennemente de blanco; the white election, la llamaba. Una muestra de su férrea voluntad y su aspiración a la perfección no para ser vista sino por su postura vital. Y es que su vida era una traslación de su poesía. El blanco, como símbolo de espiritualidad, pureza, clarividencia. La reclusión, como decisión poética de mantener su libertad íntegra y dedicarse -no a las labores domésticas, que detestaba- sino a cultivarse y aguzar su mirada. Más tarde, el aislamiento fue total, sin salir de su habitación, a través de cuya puerta sólo se comunicaba con su hermana Lavinia. Pero, a pesar de todo, el asombro sigue llenando sus hojas, sus ojos, pues para ella la libertad y su imaginación estaban dentro de sí misma y no necesitaban más que de una ventana para observar las maravillas de la creación, maravillas de la naturaleza y suyas propias.

Unos meses antes de cumplir precisamente treinta y un años empecé a leer a Dickinson y cuando llegó la señalada fecha -hace muy poco- sentía ya tal afinidad con lo que representa su blanca elección que desde aquel día la hice mía. Las consonancias que encuentro en ella son infinitas. Como escribió Sábato: "No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón" (3). La luz que irradian sus poemas -inagotables poemas e inagotable ella, como Alejandra- han iluminado mis peores días dándoles fuerza y, en los días de júbilo, los ha realzado con su vigor.

The window, Jo Oakley (London, 1946-)

Nota: Aquí no he pretendido ahondar en su biografía para centrarme en lo que significa para mí y mi visión de ella y su poesía.

Fuente:
(1) Traducción mía del original.
(2) Íbidem.
(3) Sobre héroes y tumbas.

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miércoles, 12 de octubre de 2016

La llave al "otro lado"

Ha llegado el momento. Un largo verano lleno de vivencias sensoriales y emocionales, con los sentidos embriagados por la lluvia torrencial de luz y la mente abotargada, han dado paso a un nuevo otoño. El traqueteo de la urbe ahogada en sus prisas apenas nos deja oír los cantos de los pájaros y el sol ya no calienta como hace unas semanas. Sí, ha llegado el momento de poner en marcha los músculos de la región superior y volver a El café Guerbois, a pasar nuestras tardes divagando con una buena taza de té y una pieza musical en sintonía.


Pero reanudar esa actividad mental y, más en concreto, la creativa, no depende exclusivamente de poner voluntad. El ser humano tiene un comportamiento que lo asemeja a un instrumento. Tiene la posibilidad de emitir una gran variedad de notas, pero hay que descubrir dónde y cómo hay que pulsar para sacar el sonido perfecto. Con la inspiración ocurre de manera semejante. Hay temporadas en que, por mucho empeño que se ponga, no viene la inspiración y, de repente, cuando se deja aparcada tan infructuosa tarea, sobreviene una idea genial. Y sobreviene sería la palabra correcta, ya que no es mérito propio, sino que el artista se transforma entonces en una suerte de vasija que recibe y guarda la ambrosía de las musas. Y esas musas no son sino su propia mente...

Mov. 1 de la 2ª Sinfonía de Gustav Mahler

¿Y dónde está ese manual de instrucciones? ¿Cómo se consigue ser creativo? En uno de los posts anteriores hacía alusión al concepto de inconsciente de Carl Jung. Es precisamente de esta región desconocida y, en parte, inaccesible de donde nacen las intuiciones, las ideas novedosas, las premoniciones, los sueños. Pero, paradójicamente, al inconsciente no se puede acceder por la vía de la consciencia, como si se tratara de una palabra tabú que desaparece con nombrarla, deshaciendo el hechizo.

Ilustración de los cuentos de Rohal Dahl.

Así pues, hace unos días me encontraba en este estado de desasosiego al que avoca irremediablemente la maldición del bloqueo cuando me puse a escuchar la Sinfonía nº 2 de Mahler. Con escuchar quiero decir poner todos los sentidos en la música, sin pensar ni hacer otra cosa. Era un hábito de mi ritual previo a escribir o estudiar que había olvidado por completo al cambiar mis circunstancias. Es curioso, pero nos identificamos con lo que hacemos hasta tal punto que cuando se cambia de rutina podemos llegar a sentirnos desorientados, como un camino trazado en el que nos sentimos realizados y seguros.

Dejé mis preocupaciones a un lado y me concentré en lo que llegaba a mis oídos. Al cabo de unos minutos me noté en un estado casi flotante, como si mi alma se hubiera despegado del cuerpo y contemplara con cierta condescendencia los asuntos que me traían de cabeza. Era un estado de paz absoluta. Nada era tan importante como para sufrir tanto y, al mismo tiempo, toda la complicada mezcla de realidades que comporta la vida se me apareció como sencilla, como si se hubiera metido en un frasco y yo la aceptaba. Era así, no tan retorcida ni tan fea, pero sí tan bella como para amarla y tan bella porque yo la amaba.

Lo entendí todo. Entendí el secreto, cuál era la llave para acceder a esa zona ignota, la misma llave con la que comprender toda la realidad desde un estado elevado, una especie de otra dimensión; "el otro lado". Si bien reflexionar nos encierra en las cuatro paredes terrenales -algo muy bueno para analizar pero no tanto para pensar las cosas de manera "diferente"-, la música, al igual que las técnicas de meditación -recomendadas fervientemente por David Lynch-, por su componente inmaterial tiene un enorme poder de hacernos perder la consciencia, vedar los sentidos y acceder a una región más espiritual regida por otras leyes. Diría que ambos medios son igualmente válidos, si bien creo que la música es más efectiva porque ayuda a exorcizar nuestros demonios a través de su hilo argumentativo.

Y, hablando sobre el proceso de mi reincorporación, no he hecho sino poner las primeras piedras de este nuevo curso, que espero esté lleno de aprendizaje y mucha creatividad para los lectores de El café Guerbois. Un soliloquio algo enrevesado que espero haya aportado una pizca de luz en este tema.

viernes, 16 de enero de 2015

La sabiduría de Tchaikovski sobre la creación musical.

Después de un receso por Navidad que empezaba ya a inquietarme, volvemos al Café Guerbois deseando a sus incondicionales lectores un buen 2015 lleno de arte, cultura, sabiduría y tantas cosas buenas. Para ponernos "a tono", he decidido retomar el hilo de Rusia- tan inexplicablemente cercana a mí- y nuestro Tchaikovski, con quien, puedo decir con orgullo, empecé el blog hace ya 6 meses. Y es que todavía hay mucho que aprender de este gran compositor.

Concierto para violín, Tchaikovski, I mov. (interpretado 
por una de las mejores violinistas actuales: Janine Jansen).

Una fuente interesantísima para conocer su modo de ver su música son las cartas (1). ¿Quién era el destinatario? Aunque, naturalmente, se escribía con sus hermanos a los que apreciaba mucho, las más interesantes en este aspecto son las que se intercambiaba con la condesa Nadjeshda von Meck,  a quien abrió su alma como amigo revelándole sus pensamientos más íntimos acerca de su música y de la vida. Seguramente tendremos ocasión más adelante de hablar sobre esta relación y esta poderosa mujer. En resumidas líneas, Nadjeshda fue una enamorada de la música de nuestro compositor cuya consecuencia inmediata a su descubrimiento fue la protección económica y espiritual de su creador a través de una intensa amistad platónica por carta. A ella le cuenta lo que a nadie, unas veces como desahogo, otras, en respuesta a sus inquisiciones: las ideas que subyacen en cada parte de la 4ª Sinfonía, sus sufrimientos, alegrías y lo que ahora me interesa y constituye un regalo indecible para la humanidad: el proceso creativo de sus composiciones. Dejemos que sea él quien nos lo cuente y yo, una mera espectadora:

<<Generalmente la semilla de una futura creación musical germina instantáneamente y de modo por completo inesperado. Si el terreno es fértil, y existe una buena disposición para el trabajo, esa semilla echa raíces con fuerza y con rapidez inauditas, y fuera de la tierra aparece un pequeño tallo, del que brotan ramas, hojas e infinitas flores. No sabría describir mejor el proceso creativo que empleando este símil. Si la semilla aparece en el momento favorable, la mayor dificultad está superada.>> (2)

Algunos compositores amigos de Tchaikovski intentaron convencer a la condesa de que la relación entre los sentimientos del compositor con la obra no tenían nada que ver. Esto le hizo dudar de su grandeza, a lo que Tchaikovski le contestó: <<No crea a quienes han intentado disuadirla de que la composición es un ejercicio en frío, puramente mental. Sólo la música que brota de la profundidad de un alma de artista, movida por la inspiración, puede emocionar y captar a quien la escucha. No hay duda, sin embargo, que hasta el más grande genio musical puede haber trabajado a veces sin el calor de la inspiración. Es un huésped que no acude a la primera llamada. Pero, entretanto, uno debe trabajar. Un artista honrado no puede estar con una mano sobre la otra cuando no experimente la sensación de ponerse a componer. Si eso hace, en vez de salir al encuentro de ella, fácilmente caerá en la pereza y la apatía. Hay que ser tenaz y tener fe, y la inspiración vendrá. No creo que me acuse de falta de vanidad si le digo que la apatía de la que le hablaba me domina pocas veces. Y creo que eso ocurre porque tengo paciencia y me he propuesto no dejarme caer en la inercia. Sé cómo dominarme. (3)

>>Las circunstancias en que se encuentra el compositor en el momento de escribir, y de las cuales depende su estado de ánimo, son muy importantes. Cuando crea, el artista debe tener calma. (...) Las sensaciones tristes o alegres que expresa son siempre e invariablemente retrospectivas. Desde luego, sin tener motivo especial de alegría, puedo encontrarme en gratas condiciones de espíritu creador y, viceversa, en medio de las más felices circunstancias puedo escribir música sumida en sombre y desesperación. En una palabra, el artista vive una doble vida, una humana, la vida de todos los días, y una artística; y estas vidas no siempre coinciden. El caso es que insisto en que, para la composición, lo más importante es desprenderse temporalmente de las inquietudes de la vida cotidiana y abandonarse incondicionalmente a la artística.

>>Para las composiciones (...) surgidas de la inspiración interior, no es necesario el menor esfuerzo de la voluntad. Basta obedecer la propia voz íntima y, si la vida cotidiana no hace mella en la vida artística, el trabajo procede con la más absoluta facilidad. Si olvida cuanto se rodea, el alma vibra en una conmoción inefable, indeciblemente dulce. Y, aún antes de que haya tiempo de seguir hasta el fin el rápido vuelo, el tiempo ha pasado sin que nos hayamos apercibido. En ese estado existe algo de sonambulismo: "on ne s'entend pas vivre". Es imposible describir tales momentos. Todo cuanto brota de la pluma en esas horas, o simplemente permanezca en la mente, tiene siempre verdadero valor y, a menos que no sea interrumpido por alguna causa externa, pertenecerá a las mejores creaciones del artista. (4)

Este apartado tan interesante donde el artista vuelca lo que siente en el momento de la exaltación creadora, seguramente les recuerde al post "Los genios y su ¿locura?". Continúa:
>>Sería vano intentar repetir con palabras la felicidad infinita que me invade cuando la idea esencial aparece y comienza a tomar una forma definida. Se olvida todo, se está como loco, con temblor y agitación en todas las fibras, sin casi tiempo de utilizar los bosquejos, tan rápidamente las ideas se suceden una a la otra. A veces en medio de ese mágico proceso un choque exterior despierta de este estado de sonambulismo. Alguien llama a la puerta, un sirviente entra, el reloj da unas campanadas y recuerda que hay algo que nos obliga a salir... Estas interrupciones son un tormento indecible. A veces la inspiración se escapa y hay que ir vanamente tras ella. A menudo es preciso recurrir a la ayuda de un frío  procedimiento de trabajo, cerebral, técnico. Acaso resida aquí la causa del hecho de que también en las obras de arte de los más grandes maestros se encuentran pasajes en los que falta toda cohesión orgánica y se encuentra una cohesión artificial, remendada y zurcida. Pero esto es inevitable. Si el estado de ánimo del artista, llamado inspiración, que he tratado de describir, continuase ininterrumpidamente, el artista no sobreviviría un día. (5)

>>En lo que se refiere a los trabajos por encargo es necesario a veces crear la propia inspiración. Muy a menudo es preciso vencer la pereza y la desgana. Además surgen diferentes impedimentos. A veces la victoria se conquista fácilmente, a veces la inspiración se pierde por entero. Pero yo creo que el deber de un artista es no dejarse nunca vencer, porque la pereza es un grave defecto del hombre y nada es más dañino para el artista que dejarse dominar por ella. No puede permitirse la espera inactiva que nos traiga la inspiración: es un visitante que no se acerca a los perezosos, pero que suele acudir a quienes la llaman. Acaso esté aquí el fundamento de la acusación que recae sobre la nación rusa de no poseer actividad creadora, pues los rusos son terriblemente perezosos. (...) Es necesario vencerse para no caer en el dilettantismo, del cual hasta un talento tan grande como el de Glinka  (6) hubo de sufrir sus consecuencias. 

>>Espero, amiga mía, que no me creerá sospechoso de intentar alabarme si le digo que mi llamada a la inspiración nunca es en vano. Puedo afirmar que esta potencia, que he calificado de visitadora caprichosa, se halla ya tan habituada a que vivamos inseparables uno del otro que sólo me abandona cuando se siente superflua, porque en mi vida cotidiana de hombre se ha interpuesto temporalmente entre nosotros. Per siempre se disuelve la nube y la inspiración reaparece. Así puedo decir que, en condiciones normales del espíritu, puedo componer música siempre, dondequiera y a cualquier hora del día. A veces observo que ese flujo impetuoso de creación que, estando absolutamente en mí, separado de toda conversación a que esté entregado en ese momento, me encuentro, se dirige hacia la sección de mi cerebro dedicada a la música. A veces es la elaboración de un detalle melódico (...) otras veces es una idea por completa nueva y original que aparece y que yo trato de retener en mi memoria. De dónde viene, eso es un misterio.>> (7)

De la creación siempre se podrán dar explicaciones de sus síntomas y sus consecuencias y de todo lo que sucede alrededor, aunque nunca se podrá saber cómo ha llegado a el artista ni por qué. Un agujero negro en el conocimiento que mantiene en nosotros el halo de misterio y la magia. Y mientras, agradecemos a Tchaikovski revelarnos su sabiduría, extensible a todos los artistas y pequeños canales de magia del universo.



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Aforismos I: sobre la creación artística.
Los genios y su ¿locura?

Notas
(1) Muchas de ellas recogidas en su biografía, de la que aquí me sirvo. TIBALDI CHIESA, María, Tchaikovski. Lauro, Barcelona, 1962. 
(2) Op. cit. pág. 144-145. Se toman tres cartas diferentes aquí, todas del mismo año. Esta es la primera cronológicamente y justo después de estrenarse su 4ª Sinfonía, el 22 de febrero. Las he ordenado un poco por temática, ya que algunas cosas se repetían entre sí.
(3) Op. cit. pág. 147, carta del 6 de marzo de 1878.
(4) Op. cit. pp. 147-149, carta del 6 de julio de 1878.
(5) Op. cit. pp. 145, pertenece a la 1ª carta. 
(6) De él hemos escuchado aquí una sonata para viola en el relato "El tren da media vuelta", ambientado en la Rusia de su- ésta- época. Continúa diciendo: <<Alcanzó una avanzada edad y, sin embargo, escribió poquísimo. Leed sus memorias y comprobaréis que sólo escribió como un diletante, a capricho, cuando sentía un humor propicio. No podemos mostrarnos descontentos con Glinka, pero debemos admitir que no cumplió la misión a que su ingenio le había destinado.>> 
(7) pp. 148-149.

Obra gráfica
1. Paisaje de invierno con pueblo, Yuliy Yulevich Julius (ruso, 1850-1924).
2. Paisaje de inviernoYuliy Yulevich Julius (ruso, 1850-1924), 1889.

viernes, 20 de junio de 2014

Mis aforismos I: Sobre la creación artística.

El caminante sobre el mar de nubes (1817-1818), Caspar David Friedrich.

La creación artística es el intento del Hombre de emular a Dios como nuevo hacedor de la Creación, a la cual contempla con mirada soberana desde su pequeño trono.

 
El arte sale de un impulso fogoso y caótico que la inteligencia somete y canaliza quitando lo que "sobra".


De todas las artes, la que más cerca logra estar de la Belleza, hasta acariciarla con un beso en la Eternidad, es la Música. Pero el sólo roce es de tal intensidad y los secretos que revela tan ensordecedores que sus artífices, hechizados por Ella, traspasaron la frontera dejándonos con décimas sinfonías sin escribir y obras sin acabar.

  Este "III movimiento del Concierto n.1 en C mayor" de Haydn retrata muy bien el orgullo creador.