Como en el café Guerbois, donde los impresionistas hacían tertulias con artistas de otra índole, hablaré de mis incursiones en el mundo de las artes bajo el prisma de una amante de la belleza, añadiendo mis reflexiones y aforismos como pequeña filósofa y esteta.
Uno de los más famosos pintores pioneros del "nuevo arte" fue, sin duda, Vassily Kandindsky (Moscú, 16 de diciembre de 1866- Nully-suer-Seine, 13 de diciembre de 1944). Bajo su poderosa influencia han nacido otras muchas tendencias abstractas del arte, no sólo ejercida mediante su genuina y novedosa pintura sino también, mediante su no menos importante obra teórica. Hace dos días conmemorábamos el aniversario de su nacimiento y aprovecho la ocasión para hablar un poco de un tema que ya rondaba en mi cabeza.
Composición VII, W. Kandinsky, 1913.
Mi interés aquí es el de cuestionarnos qué llevó a Kandinsky a dar este salto tan grande en la concepción del arte. Como ocurre siempre, confluyen aspectos biográficos junto con otros inherentes a su tiempo (tal como comentábamos en el post de sociología del arte vienés). En 1910, a sus 44 años, terminaba su manuscrito De lo espiritual en el arte, que fue muy discutido en aquellos años. En él volcó diez años de pensamientos con la intención de despertar la capacidad de captar lo espiritual en lo material y abstracto. Muchas de las ideas que allí propuso y que no realizó, las llevaron a cabo otros artistas. Lo curioso es que, prueba del poderoso influjo de las circunstancias históricas es que, sin tener conocimiento de ello y casi simultáneamente, cristalizaban en otros países ideas parecidas a las del moscovita. Franz Kupka y su orfismo-París, 1911-, Kasimir Malevich y su suprematismo-Munich, 1913- y Piet Mondrian y su neoplasticismo holandés- Holanda, 1913-. Diferentes nombres pero la misma esencia: dejaron de tomar la realidad como modelo- realismo-para proclamar la independencia total del color y de la forma- abstracción-.
Piet Mondrian.
Suprematismo, Malevich, 1915
Blanco sobre blanco, K. Malevich, 1918.
La ruptura de la estabilidad generada por los avances científicos tuvieron su parangón en el mundo artístico. La Teoría de la relatividad de Einstein (1905), la desintegración del núcleo del átomo de Rutherford (1919) en cierta manera, son el correlativo de otras rupturas. En la música, el pacífico mundo de la armonía consonante se quiebra con la irrupción del dodecafonismo de Schömbergy el atonalismo, de armonías disonantes a las que todavía hoy no ha logrado acostumbrarse el oído. En las artes plásticas, la falla, precedida por los efímeros ismos- impresionismo, postimpresionismo, cubismo, fauvismo...-es ahora más radical. Se rechaza la imitación, se incluye lo feo en la representación, lo estridente, se representan formas puras (círculos, cuadrados, puntos, líneas) y la vorágine desemboca en el cuadro Blanco sobre blanco de Malevich, la abstracción total de la pintura. Tiene su claro eco 44 años más tarde (he caído en la cuenta mientras escribo) en la composición musical de John Cage4'33" y su silencio total. Bien podría haber sido el canto del cisne de las artes, pero sí fue el final de uno de sus caminos.
The rite of spring-La consagración de la primavera, Igor Stravisnky (1913).
En esos años Henry van de Welde escribió su tesis doctoral (Kunstgewerbliche Laienpredigten, Lepizig, ed. Hermann Seeman Nachfoger, 1902) en la que augura el futuro de las artes. <<Las banales teorías de la imitación, que dominan nuestra estética gracias a la dependencia absoluta de los conceptos aristotélicos (...) nos han vuelto ciegos a los valores psíquicos que son punto de partida y meta de toda producción artística. (...) Pero junto a esta metafísica de lo bello existe otra superior que abarca el arte en toda su dimensión y que más allá de toda interpretación materialista se manifiesta en toda la creación. Esta (...) se basa en la idea de que toda producción artística no es sino la constatación continua del gran enfrentamiento en que se encuentra desde los comienzos (...) el hombre y su entorno.>> (1) El mundo contiene trigo y paja, realidades bellas y feas y esto es lo que aquí se acepta y el arte también lo hará. (2)
In blue, W. Kandinsky, 1925.
Kandinsky tuvo dos impresiones artísticas que contribuyeron a fraguar el cambio de rumbo: <<La primera fue la exposición francesa en Moscú- en primer lugar el Montón de Heno de Monet- y una representación de Wagner en el Teatro Imperial de Lohengrin. (...) De pronto vi por 1ª vez un "cuadro". El catálogo me aclaró que se trataba de un montón de heno. Me molestó no haberlo reconocido. (...) Sin embargo comprendí con toda claridad la fuerza insospechada, hasta entonces escondida, de los colores, que iba más allá de todos mis sueños.>> y he aquí la clave: <<Al mismo tiempo se desacreditó por completo el objeto como elemento necesario del cuadro.>> A partir de entonces su pintura irá cambiando hacia una abstracción cada vez más radical con formas puras formadas a partir de líneas, no ya del color. En una sinestesia perfecta, el color crea emoción y las líneas, colocadas de forma estudiada, producen ritmo y una tensión al modo de la música. Kandinsky revolucionó el arte aunque no halló el éxito en vida. Él nos enseñó a disfrutar del arte sin necesidad de ver la realidad plasmada en ella. Lo desmaterializó, le dotó de musicalidad acercándose y acercándonos a lo espiritual a través del arte.
Composición X, W. Kandinsky, 1939.
Notas
(1) Max Bill en la introducción de KANDINSKY, Wassily, De lo espiritual en el arte, Barral Editores Editorial Labor, Barcelona, pág. 12.
(2) Parte de esta filosofía es la que subyace en Demian de H. Hesse en relación a la bondad y maldad. El Dios Abraxas que él admira (y que según él, todos buscamos), celebra y contiene todas esas realidades oscuras del hombre.
Estas últimas semanas, un poco desaparecida de combate tras mis primeros relatos, leía de cuando en cuando un libro muy ilustrativo acerca de los genios. Un estudio que compila y revisa otros muchos sobre la personalidad y psique de estos seres extraordinarios: El genio y la locura, de Philippe Brenot. Tanto para quienes quieran conocer los fundamentos de la genialidad, como para los propios artistas y creadores, su lectura les aportará muchas luces.
Beethoven, Joseph Daniel, 1823 y Autorretrato de Goya, 1773. Dos grandísimos genios de fuerte carácter reflejado en sus obras.
Ya desde la Antigüedad, Aristóteles había observado con acierto que los hombre geniales eran con frecuencia melancólicos. Tanto la asignación de una paternidad a su inspiración- divina, profana, demoníaca...- como su consideración social han ido cambiando a lo largo de los siglos. En la actualidad, con los crecientes estudios de psiquiatría y psicoanálisis, ha sido posible estudiar de forma científica la posible interrelación entre el genio y la locura. El concepto de locura se ha ido matizando distinguiéndose ahora otras afecciones como la depresión, neurosis, psicosis, bipolaridad, etc. Hasta entonces, en el siglo XIX, se encerraban en manicomios a todos aquellos que transgredieran el orden social, considerados un "peligro"- político, principalmente-. Fue el caso de muchísimos artistas en fases agudas de desequilibrio pero también de los "artistas degenerados" en la época nazi que, aunque no los encerraron, fueron rechazados por su inconveniencia política.
Es central en la investigación la constatación de que en la mayoría de los genios analizados- no sólo artistas sino filósofos y científicos-existe una psicopatía denominada actualmente ciclotimia o trastorno de bipolaridad -aunque su afección no implique ser genio-. Esta particularidad, que alterna períodos de depresión y de exaltación- "manía"-, constituye su gran fuente de energía en los momentos de exaltación. Se ha comprobado que los períodos de fuertes depresiones que muchos de ellos han sufrido, han cristalizado en obras o hallazgos geniales en la exaltación que les suceden, como el Mesías de Haendel, compuesto en 1731 tras superar una depresión. Gérard de Nerval explica así estos momentos: "En ocasiones notaba mi fuerza y mi actividad redobladas: me parecía saberlo todo, comprenderlo todo; la imaginación me ofrecía deleites infinitos." (1)
Uno de los números del Mesías que más me ha impactado y realmente emocionado por su fuerza y significado. Me falta espacio para escribir sobre ella, pero Haendel aquí tocó el cielo. Acorde al tiempo de Adviento.
Sucede algo así como una catarsis gracias a la obra, que a su vez es catalizada mediante la depresión en su punto álgido. Pero cuando no se canaliza mediante la creación o la depresión es tan fuerte que inhibe todo intento, se llega entonces a la locura. Genio y locura, por tanto, son dos caras de una misma estructura psíquica que conviven en un difícil equilibrio: la locura influye en el genio y el genio la atenúa. Una prueba de ello es que muchos, tras haber superado para siempre una crisis, perdieron con ella el sello personalísimo de sus obras que las hacían geniales, como E. Munch y Giorgio de Chirico. Sin embargo, cuando los cambios son muy bruscos se traspasa la frontera de la razón y la libertad y desbocados por su locura, muchos se arrojaron a los brazos del suicidio maldito (2). Por ello se ha planteado la conveniencia de su "curación" y parece que lo sea únicamente en el caso de que peligren sus vidas o pidan ayuda, procurando preservar siempre su creatividad (3).
Aquí puede observarse ese cambio en Giorgio De Chirico: su obra conocida es la perteneciente a la "pintura metafísica" muy melancólica y de epacios solitarios y extratemporales (1ª obra: Misterio y melancolía de una calle). La 2ª, de sus últimos años: El caballo se ha ido
Parece ser necesaria la asociación de tres condiciones para el desarrollo del genio: "un factor energético al que se es propenso, las aptitudes particulares de un ambiente cultural fértil y el azar de los acontecimientos de la vida de la presencia o ausencia del medio paterno" (4). Es muy curioso que en la literatura la ausencia del padre (por muerte natural, desaparición o por rechazo) es una constante para la eclosión del genio y se corrobora con la multitud de seudónimos en este campo- un tipo de "asesinato" sutil-, a penas inexistentes en la música o las artes plásticas. En la misma línea, el apoyo de la madre los catapulta al éxito: "Si eres un Dios para tu madre, eres un Dios para el mundo.", Jean-Marc Alby (5). En el lado opuesto, deja heridas profundas, como le ocurrió a Camille Claudel, cuya madre no le reconocía como hija y terminó en el manicomio.
Fatasiestücke de Schumann (1837) interpretada por Jaqueline Du Pré. Es una obra melancólica de un compositor cuya obra frenética iba al compás de terribles depresiones y contrastes que acabó con su locura y suicidio. Jaqueline también fue desdichada y vierte en la interpretación su melancolía catártica.
Aunque podríamos seguir diciendo muchas peculiaridades fascinantes de estos seres excepcionales, voy a terminar con un detalle que me llamó la atención, casi al final del libro. Dice así: "El genio es, en general un hombre. A parte de algunos nombres que afloran a los labios de todos(...), los seres fuera de lo común raramente son mujeres." Me llegó al alma esta aseveración, si bien es cierto que la matiza con otros estudios que critican este hecho histórico y cuya superación aquí defiendo: "el colonialismo masculino que reivindica exclusivamente para él la flor preciosa de la creatividad, limitando a la mujer, en el mejor de los casos, a ser su musa muda o maternalmente atenta...".
¿No hablábamos hace unas semanas sobre Alma Mahler y su creatividad ahogada? Fue voluntaria, pero dolorosa. Asimismo, el sexo masculino, siempre predilecto de las madres y favorecedor de su desarrollo, ha eclipsado el de las hermanas. Algunas de las composiciones de Fanny Mendelsson fueron originariamente publicadas bajo el nombre de su hermano, Félix Mendelsson. ¿Y recuerdan el caso de George Sand y su seudónimo masculino? Pues hay un hallazgo muy reciente que les va a maravillar: estudiando la caligrafía de las partituras de J.S. Bach se ha comprobado que la fuerza del trazo de algunas zonas indican no ser una mera transcripción de Anna Magdalena Bach, ¡sino su composición! Con la democratización actual y nuestra tenacidad, la lista de "genias" se engrosará porque saldrán a la luz.
La familia Bach. (Johan Sebastian, Anna Magdalena e hijos: familia de compositores interminable :) ).
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(1) En su libro Amelia citado en BRENOT, Philippe, El genio y la locura, editorial Sine Quanon. Barcelona, 1998, pág. 148.
(2) Es importante esta apreciación, porque lo que se pensaba que era un acto libérrimo, la muerte romántica, es una suma de la historia personal, posición filosófica pero sobre todo: un componente biológico fuerte en el que, sobrepasado cierto límite, la atracción del suicidio parece irresistible.
(3) Hay varios niveles de curación: conductual mediante terapias, psicoterapias y psicoanálisis o de manera química (antidepresivos, etc.).
(4) Op. cit., pág. 232.
(5) Op. cit., pág. 106.